Botica Barcia

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En cuanto a si ‘la leche produce cáncer’, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer tiene una clasificación de sustancias sospechosas de carcinogénesis y la leche no está entre ellos.

Una dieta, es definida como el conjunto de sustancias alimenticias que componen el comportamiento nutricional de los seres vivos.

Este régimen o hábito alimentario en la adolescencia, es una etapa de gran riesgo nutricional, como lo explica la pediatra y doctora en medicina, Inés Hidalgo Vicario. En su artículo, “Alimentación en la adolescencia. Mitos y realidades”, expone que los problemas nutricionales más frecuentes en esta edad son las alteraciones en el patrón de la ingesta, del cumplimiento de las recomendaciones, los trastornos del comportamiento alimentario, el sobrepeso y la obesidad, (Hidalgo Vicario, 2021).

Asimismo, señala lo hábitos dietéticos inadecuados de los adolescentes, como son la tendencia a saltarse comidas, principalmente el desayuno y el almuerzo; hacer mayor número de comidas fuera de casa; tomar snacks (tentempiés), especialmente de tipo dulce; consumir comidas rápidas (ricas en grasa saturada, con

exceso de proteínas y sal, ricas en carbohidratos refinados, con escasa fibra y pobres en vitaminas y minerales) y hacer dietas erráticas, caprichosas o de moda.

Bajo esta premisa, en el mundo existen decenas de mitos y falsas creencias por la que no nos alimentamos adecuadamente, no solo en la adolescencia, sino siendo adultos y más aún los mantenemos cuando envejecemos. Por ello, ahondaremos y desmitificaremos 7 falsas creencias sobre la alimentación y porqué muchos dejan de comer ciertos alimentos, creando graves repercusiones en su salud.

1. “El pan engorda”

Esta falsa creencia, fue registrada, en un artículo de 2005, titulado “Creencias sobre las estrategias para el control del peso”, en él, se analizaron las creencias de 150 jóvenes universitarias sobre las estrategias que se consideraban efectivas para el control del peso y, por otra parte, sobre el valor nutricional de los alimentos y los que tienen más capacidad para promover incrementos de peso.

Al consultarles sobre si el “Pan no engorda”, el 19% de las encuestadas contestó que era verdadero, mientras que el 71% dijo que era falso y el 10% no tenía opinión al respecto.

La investigadora, Hidalgo Vicario, quien también es Acreditada en Medicina de la Adolescencia y presidente de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia,  expone que el pan es un alimento del grupo de los cereales, rico en carbohidratos complejos, y es, por ende, el nutriente que más necesitamos.

Por lo tanto, afirma que no engorda un determinado alimento en concreto, sino ingerir a lo largo del día más energía de lo que gastamos. Lo que hace aumentar sus calorías, es generalmente con lo que lo acompañamos (cremas, embutidos, quesos, patés, mantequilla…).

Aquello también quedó demostrado, en el estudio nutricional CARMEN (Carbohydrate Ratio Management), realizado en cinco países europeos, entre ellos España y financiado por la UE, y el articulista Jesús Llona Larrauri, lo escribió para el periódico de Bilbao.

En él se detalla que cuando se reduce el consumo de grasas un 10% (estamos consumiendo el 43% de nuestras calorías en grasa cuando no se debiera pasar del 30% o incluso el 25%) y aumenta el de hidratos de carbono, como los del pan, sin disminuir la ingesta energética total, se pierde peso y se puede mantener esa pérdida de forma indefinida.

2. “Beber agua durante la comida engorda”

Sí, aunque parezca broma, muchos tienen esta falsa creencia. En la investigación de Murillo y Pérez, artículo publicado en la revista Medicina Interna de México, sobre Los mitos alimentarios y su efecto en la salud humana, se lee además del título de este segundo mito, otro muy parecido, «Se debe beber menos (agua) si se pretende perder peso».

A lo que los investigadores refutaron. “El agua natural es un nutriente acalórico. Por tanto, no engorda ni adelgaza si se toma antes, durante o después de las comidas. Si la función renal es normal, no es esperable aumentar de peso al beber agua”, (Murillo & Pérez, 2017).

Mientras que nuestra investigadora Inés Hidalgo, apunta a algo muy parecido. “El agua no aporta calorías, ni antes, durante o después de comer. Es necesaria para vivir ya que hidrata, transporta ciertos nutrientes y es el medio donde se realizan las reacciones químicas de nuestro metabolismo diario”.

3. “La leche engorda, solo es para niños y, puede producir cáncer”

Este mito expone que “La leche engorda”, “la leche es solo para los niños” y “la leche puede producir cáncer”. Algo, que es totalmente falso, y que nuevamente la literatura científica lo desmiente. Hidalgo, manifiesta que los lácteos son básicos en la alimentación de todas las edades, esto debido a su aporte proteínico de alto valor nutricional, minerales como el calcio y vitaminas como la D.

Por su parte, Murillo y Pérez, desglosan cada uno de los mitos y los desmienten. Por ejemplo, ‘la leche engorda’. No, en el contexto de una dieta con un aporte energético adecuado, no contribuye a la aparición de obesidad. Un vaso de leche entera aporta 8 g de grasa, si la grasa fuera relevante, la leche semidescremada tiene 45% menos grasa, y la light, 65% menos.

“Que la leche es tan solo para los niños”, no, la leche no es exclusiva para cierta edad. Una taza de leche entera contiene 286 mg de calcio, lo que representa 29% del requerimiento diario de una mujer adulta; la ingestión de calcio debe acompañarse del consumo adecuado de vitamina D, de 600 a 4,000 U de la dieta. En los ancianos, propensos a la sarcopenia, la ingesta de leche resulta útil por su aporte de aminoácidos ramificados, particularmente la leucina, induciéndose el anabolismo muscular.

En cuanto a si ‘la leche produce cáncer’, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer tiene una clasificación de sustancias sospechosas de carcinogénesis y la leche no está entre ellos.

4. “Comer entre las comidas es malo”

En esta falsa creencia, se piensa que hacerlo puede llevar a la obesidad o trastornos alimenticios inadecuados que perjudiquen la salud. No obstante, lo preciso es comer cada 3 a 4 horas para no llegar a la siguiente comida con mucha hambre.

Por lo que se aconseja dividir el total de calorías del día en las 4 comidas: desayuno, comida, merienda o cena con alguna colación a media mañana para evitar las fluctuaciones de la glucemia.

En el trabajo de Alyousif, Dahl y Mendoza, sobre ¿Cuántas comidas debo comer cada día?, establecen la primero la diferencia entre ‘comida’ y ‘merienda’, la primera es una ocasión para comer, como el desayuno, el almuerzo o la cena. La comida puede ocurrir en cualquier lugar, en casa o fuera, y se considera más grande que una merienda.

Por otro lado, una merienda es un alimento o bebida que se come entre comidas y generalmente es más pequeño que una comida. A menudo, los bocadillos requieren poca o ninguna preparación, como una pieza de fruta, un tazón de cereal, o queso y galletas.

Ahora bien. Los tres investigadores expusieron que, para los adultos mayores sanos, la cantidad de comidas no es importante, sino más bien la cantidad de alimentos consumidos en un día. Y esto se debe, a buscar la mejor calidad nutricional de sus comidas y meriendas y las calorías totales consumidas.

Merendar está bien, siempre y cuando se hagan elecciones saludables. Sin embargo, es posible que aquellos individuos con algún problema de salud, como diabetes, deban seguir una dieta o un patrón de meriendas recetado por un médico y dietista”, (Alyousif, Dahl & Mendoza, 2019).

5. “Los productos integrales pueden ayudarnos a perder peso”

Por su alto contenido de fibra y minerales, los alimentos o productos integrales, se han popularizado por la creencia de que pueden ayudarnos a adelgazar. Pero su energía, es la misma, por ello, si bien la fibra produce saciedad, nos ayuda solo a controlar nuestro peso.

Y esto se debe, como lo describe la autora del artículo “La Belleza en la mujer del siglo XXI”, Josefa Vinuesa Rosa, por la gran cantidad de fibra que poseen estos alimentos, dando como ejemplo, que tanto el pan blanco como el integral, aportan la misma cantidad de calorías, la ventaja es que la fibra sacia más, mejora el tránsito intestinal y evita los picos glucémicos. Por ello, es recomendable el consumo de productos integrales, pero no de grandes cantidades.

6. “Los productos light son más sanos y ayudan a adelgazar”

Aquí una vez más, la pediatra y doctora en medicina, Inés Hidalgo, nos aclara esta duda, afirmando que, si bien los productos considerados light aportan menos calorías que otros, no dejan de tenerlas.

Y como en la actualidad está extendida la idea de que lo natural es lo bueno y lo artificial criticable y para nada recomendable. Pues esto otra vez es incorrecto.

“Todos los alimentos son naturales, aunque lógicamente casi todo lo que comemos ha sido modificado por la tecnología alimentaria, que ha contribuido a conseguir productos de mejor calidad y mayor estabilidad. Las setas venenosas no son buenas porque crezcan en plena naturaleza”, (Hidalgo Vicario, 2021),

7. «El acné se incrementa por comer grasas»

Hemos dejado este apartado como uno de los últimos mitos por desmitificar, pues según muchos suprimen ciertos alimentos como las grasas, el chocolate y los azúcares, creyendo que disminuirán así las lesiones de acné, y no es así, tan solo el individuo se sacrifica con dietas inútiles, precisan los autores Murillo y Pérez, en su trabajo “Los mitos alimentarios y su efecto en la salud humana”.

Ellos, en su investigación señalan que estudios científicos han probado que ningún alimento produce aumento del sebo de la piel y que sólo la intensa inanición llega a disminuir la secreción sebácea de manera importante. 

En otro artículo, llamado Verdadero o Falso: Comer Chocolate (u Otros Alimentos Grasosos) Causa Acné, de la investigadora Jacquelyn Rudis, deja claro que ningún alimento ha probado científicamente causar acné.

Más bien, el acné tiene una base genética, y es causado por factores como cambios hormonales, glándulas sebáceas demasiado activas en la piel, y bacterias.

Además, expone en su trabajo, el estudio del dermatólogo James E. Fulton, Jr., MD, PhD, quien, a través de una prueba controlada por placebo, examinó a 65 pacientes clínicos con acné y hombres prisioneros con acné leve o moderado.

El profesional no vio diferencias en los niveles de acné entre el grupo que comió chocolate y el grupo que comió barras de placebo que no era chocolate, y fue firme en decir, el chocolate no causa acné. (Rudis cit. A Fulton, tomado el 30/04/2021).

¿Te gustó?

Esta serie de creencias y mitos planteadas por años, es bueno irlas desmitificando con bases científicas, por ello, si te gustó este artículo, coméntalo y dinos si te gustaría una segunda parte. También haznos saber o llegar a nuestro buzón, alguna falsa creencia que te gustaría que la investiguemos o preguntemos a nuestros especialistas de la Fundación José Barcia Bravo.

Bibliografía

Una dieta, es definida como el conjunto de sustancias alimenticias que componen el comportamiento nutricional de los seres vivos.

Este régimen o hábito alimentario en la adolescencia, es una etapa de gran riesgo nutricional, como lo explica la pediatra y doctora en medicina, Inés Hidalgo Vicario. En su artículo, “Alimentación en la adolescencia. Mitos y realidades”, expone que los problemas nutricionales más frecuentes en esta edad son las alteraciones en el patrón de la ingesta, del cumplimiento de las recomendaciones, los trastornos del comportamiento alimentario, el sobrepeso y la obesidad, (Hidalgo Vicario, 2021).

Asimismo, señala lo hábitos dietéticos inadecuados de los adolescentes, como son la tendencia a saltarse comidas, principalmente el desayuno y el almuerzo; hacer mayor número de comidas fuera de casa; tomar snacks (tentempiés), especialmente de tipo dulce; consumir comidas rápidas (ricas en grasa saturada, con

exceso de proteínas y sal, ricas en carbohidratos refinados, con escasa fibra y pobres en vitaminas y minerales) y hacer dietas erráticas, caprichosas o de moda.

Bajo esta premisa, en el mundo existen decenas de mitos y falsas creencias por la que no nos alimentamos adecuadamente, no solo en la adolescencia, sino siendo adultos y más aún los mantenemos cuando envejecemos. Por ello, ahondaremos y desmitificaremos 7 falsas creencias sobre la alimentación y porqué muchos dejan de comer ciertos alimentos, creando graves repercusiones en su salud.

1. “El pan engorda”

Esta falsa creencia, fue registrada, en un artículo de 2005, titulado “Creencias sobre las estrategias para el control del peso”, en él, se analizaron las creencias de 150 jóvenes universitarias sobre las estrategias que se consideraban efectivas para el control del peso y, por otra parte, sobre el valor nutricional de los alimentos y los que tienen más capacidad para promover incrementos de peso.

Al consultarles sobre si el “Pan no engorda”, el 19% de las encuestadas contestó que era verdadero, mientras que el 71% dijo que era falso y el 10% no tenía opinión al respecto.

La investigadora, Hidalgo Vicario, quien también es Acreditada en Medicina de la Adolescencia y presidente de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia,  expone que el pan es un alimento del grupo de los cereales, rico en carbohidratos complejos, y es, por ende, el nutriente que más necesitamos.

Por lo tanto, afirma que no engorda un determinado alimento en concreto, sino ingerir a lo largo del día más energía de lo que gastamos. Lo que hace aumentar sus calorías, es generalmente con lo que lo acompañamos (cremas, embutidos, quesos, patés, mantequilla…).

Aquello también quedó demostrado, en el estudio nutricional CARMEN (Carbohydrate Ratio Management), realizado en cinco países europeos, entre ellos España y financiado por la UE, y el articulista Jesús Llona Larrauri, lo escribió para el periódico de Bilbao.

En él se detalla que cuando se reduce el consumo de grasas un 10% (estamos consumiendo el 43% de nuestras calorías en grasa cuando no se debiera pasar del 30% o incluso el 25%) y aumenta el de hidratos de carbono, como los del pan, sin disminuir la ingesta energética total, se pierde peso y se puede mantener esa pérdida de forma indefinida.

2. “Beber agua durante la comida engorda”

Sí, aunque parezca broma, muchos tienen esta falsa creencia. En la investigación de Murillo y Pérez, artículo publicado en la revista Medicina Interna de México, sobre Los mitos alimentarios y su efecto en la salud humana, se lee además del título de este segundo mito, otro muy parecido, «Se debe beber menos (agua) si se pretende perder peso».

A lo que los investigadores refutaron. “El agua natural es un nutriente acalórico. Por tanto, no engorda ni adelgaza si se toma antes, durante o después de las comidas. Si la función renal es normal, no es esperable aumentar de peso al beber agua”, (Murillo & Pérez, 2017).

Mientras que nuestra investigadora Inés Hidalgo, apunta a algo muy parecido. “El agua no aporta calorías, ni antes, durante o después de comer. Es necesaria para vivir ya que hidrata, transporta ciertos nutrientes y es el medio donde se realizan las reacciones químicas de nuestro metabolismo diario”.

3. “La leche engorda, solo es para niños y, puede producir cáncer«

Este mito expone que “La leche engorda”, “la leche es solo para los niños” y “la leche puede producir cáncer”. Algo, que es totalmente falso, y que nuevamente la literatura científica lo desmiente. Hidalgo, manifiesta que los lácteos son básicos en la alimentación de todas las edades, esto debido a su aporte proteínico de alto valor nutricional, minerales como el calcio y vitaminas como la D.

Por su parte, Murillo y Pérez, desglosan cada uno de los mitos y los desmienten. Por ejemplo, ‘la leche engorda’. No, en el contexto de una dieta con un aporte energético adecuado, no contribuye a la aparición de obesidad. Un vaso de leche entera aporta 8 g de grasa, si la grasa fuera relevante, la leche semidescremada tiene 45% menos grasa, y la light, 65% menos.

“Que la leche es tan solo para los niños”, no, la leche no es exclusiva para cierta edad. Una taza de leche entera contiene 286 mg de calcio, lo que representa 29% del requerimiento diario de una mujer adulta; la ingestión de calcio debe acompañarse del consumo adecuado de vitamina D, de 600 a 4,000 U de la dieta. En los ancianos, propensos a la sarcopenia, la ingesta de leche resulta útil por su aporte de aminoácidos ramificados, particularmente la leucina, induciéndose el anabolismo muscular.

En cuanto a si ‘la leche produce cáncer’, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer tiene una clasificación de sustancias sospechosas de carcinogénesis y la leche no está entre ellos.

4. “Comer entre las comidas es malo”

En esta falsa creencia, se piensa que hacerlo puede llevar a la obesidad o trastornos alimenticios inadecuados que perjudiquen la salud. No obstante, lo preciso es comer cada 3 a 4 horas para no llegar a la siguiente comida con mucha hambre.

Por lo que se aconseja dividir el total de calorías del día en las 4 comidas: desayuno, comida, merienda o cena con alguna colación a media mañana para evitar las fluctuaciones de la glucemia.

En el trabajo de Alyousif, Dahl y Mendoza, sobre ¿Cuántas comidas debo comer cada día?, establecen la primero la diferencia entre ‘comida’ y ‘merienda’, la primera es una ocasión para comer, como el desayuno, el almuerzo o la cena. La comida puede ocurrir en cualquier lugar, en casa o fuera, y se considera más grande que una merienda.

Por otro lado, una merienda es un alimento o bebida que se come entre comidas y generalmente es más pequeño que una comida. A menudo, los bocadillos requieren poca o ninguna preparación, como una pieza de fruta, un tazón de cereal, o queso y galletas.

Ahora bien. Los tres investigadores expusieron que, para los adultos mayores sanos, la cantidad de comidas no es importante, sino más bien la cantidad de alimentos consumidos en un día. Y esto se debe, a buscar la mejor calidad nutricional de sus comidas y meriendas y las calorías totales consumidas.

Merendar está bien, siempre y cuando se hagan elecciones saludables. Sin embargo, es posible que aquellos individuos con algún problema de salud, como diabetes, deban seguir una dieta o un patrón de meriendas recetado por un médico y dietista”, (Alyousif, Dahl & Mendoza, 2019).

5. “Los productos integrales pueden ayudarnos a perder peso”

Por su alto contenido de fibra y minerales, los alimentos o productos integrales, se han popularizado por la creencia de que pueden ayudarnos a adelgazar. Pero su energía, es la misma, por ello, si bien la fibra produce saciedad, nos ayuda solo a controlar nuestro peso.

Y esto se debe, como lo describe la autora del artículo “La Belleza en la mujer del siglo XXI”, Josefa Vinuesa Rosa, por la gran cantidad de fibra que poseen estos alimentos, dando como ejemplo, que tanto el pan blanco como el integral, aportan la misma cantidad de calorías, la ventaja es que la fibra sacia más, mejora el tránsito intestinal y evita los picos glucémicos. Por ello, es recomendable el consumo de productos integrales, pero no de grandes cantidades.

6. “Los productos light son más sanos y ayudan a adelgazar”

Aquí una vez más, la pediatra y doctora en medicina, Inés Hidalgo, nos aclara esta duda, afirmando que, si bien los productos considerados light aportan menos calorías que otros, no dejan de tenerlas.

Y como en la actualidad está extendida la idea de que lo natural es lo bueno y lo artificial criticable y para nada recomendable. Pues esto otra vez es incorrecto.

“Todos los alimentos son naturales, aunque lógicamente casi todo lo que comemos ha sido modificado por la tecnología alimentaria, que ha contribuido a conseguir productos de mejor calidad y mayor estabilidad. Las setas venenosas no son buenas porque crezcan en plena naturaleza”, (Hidalgo Vicario, 2021),

7. «El acné se incrementa por comer grasas»

Hemos dejado este apartado como uno de los últimos mitos por desmitificar, pues según muchos suprimen ciertos alimentos como las grasas, el chocolate y los azúcares, creyendo que disminuirán así las lesiones de acné, y no es así, tan solo el individuo se sacrifica con dietas inútiles, precisan los autores Murillo y Pérez, en su trabajo “Los mitos alimentarios y su efecto en la salud humana”.

Ellos, en su investigación señalan que estudios científicos han probado que ningún alimento produce aumento del sebo de la piel y que sólo la intensa inanición llega a disminuir la secreción sebácea de manera importante. 

En otro artículo, llamado Verdadero o Falso: Comer Chocolate (u Otros Alimentos Grasosos) Causa Acné, de la investigadora Jacquelyn Rudis, deja claro que ningún alimento ha probado científicamente causar acné.

Más bien, el acné tiene una base genética, y es causado por factores como cambios hormonales, glándulas sebáceas demasiado activas en la piel, y bacterias.

Además, expone en su trabajo, el estudio del dermatólogo James E. Fulton, Jr., MD, PhD, quien, a través de una prueba controlada por placebo, examinó a 65 pacientes clínicos con acné y hombres prisioneros con acné leve o moderado.

El profesional no vio diferencias en los niveles de acné entre el grupo que comió chocolate y el grupo que comió barras de placebo que no era chocolate, y fue firme en decir, el chocolate no causa acné. (Rudis cit. A Fulton, tomado el 30/04/2021).

¿Te gustó?

Esta serie de creencias y mitos planteadas por años, es bueno irlas desmitificando con bases científicas, por ello, si te gustó este artículo, coméntalo y dinos si te gustaría una segunda parte. También haznos saber o llegar a nuestro buzón, alguna falsa creencia que te gustaría que la investiguemos o preguntemos a nuestros especialistas de la Fundación José Barcia Bravo.

Bibliografía

  1. Vicario, M. I. H. Alimentación en la adolescencia. Mitos y realidades. https://www.adolescenciasema.org/ficheros/REVISTA%20ADOLESCERE/vol9num1-2021/2021-n1-3_6_Editorial-Alimentacion-en-la-adolescencia.-Mitos-y-realidades.pdf
  2. Vázquez, I. A., Rodríguez, C. F., Noriega, E. R., & Santamarta, A. R. (2005). Creencias sobre las estrategias para el control del peso. Psicothema17(3), 418-421. https://www.redalyc.org/pdf/727/72717309.pdf
  3. Llona Larrauri, J. (2015). Nutrición, gastronomía y salud. Se acaban también las sardinas; Comer pan no engorda. http://www.bilbao.eus/bld/bitstream/handle/123456789/31985/27.pdf?sequence=1
  4. Murillo-Godínez, G., & Pérez-Escamilla, L. M. (2017). Los mitos alimentarios y su efecto en la salud humana. Medicina interna de México, 33(3), 392-402.  http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0186-48662017000300392&script=sci_arttext
  5. Alyousif, Z., Dahl, W., & Mendoza, D. R. (2019). ¿ Cuántas comidas debo comer cada día?. EDIS2019(6). https://journals.flvc.org/edis/article/download/107922/122050
  6. ROCA, J. V., & SENIOR, G. U. LA BELLEZA EN LA MUJER DEL SIGLO XXI. http://bibliotecavirtualsenior.es/wp-content/uploads/antiguo/datos/2013/tercer-curso/La_belleza_en_la_mujer_del_siglo_XXI.pdf
  7. Rudis, J., & de Salud, E. C. L. A. Verdadero o Falso: Comer Chocolate (u Otros Alimentos Grasosos) Causa Acné. https://www.wnyurology.com/content.aspx?chunkiid=167430

2 comentarios

    1. Hola Don Víctor, es un gusto saludarlo, desde Botica Barcia agradecemos su inquietud. Una correcta alimentación dependerá de muchos factores, edad, sobrepeso, genética, ambientales y otros. No obstante, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, recomienda en casos de adultos, que una correcta alimentación debe incluir frutas, verduras y legumbres, al menos unos 400 gramos de estos al día, además, dejar las grasas saturadas y consumir grasas no saturadas presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva.
      Pero, sabe qué, vamos ampliar este tema en un siguiente artículo, porque así como usted muchos deben tener la misma inquietud. Gracias de antemano por su pregunta.